domingo, 23 de agosto de 2015

Fin de la escena.

Y fue el momento cuando mis ojos divisaron esa silueta, cuando admiré tal hermosura, lejos de los cánones de belleza. Los ojos hundidos, facciones marcadas hasta el extremo, una intensa delgadez y una altura cercana al metro ochenta. Pelo pardo, a decir verdad, negro tizón. Fue cuando conseguí enfocar ese balcón de verja metálica que la envolvía cual jaula a su presa, vi su figura dibujada, instantes después pude definir su contorno y el color inundó su blanca piel, me fije en su mirada de preocupación, en como sostenía su cigarro con los dedos índice y corazón, como lo acercaba a sus labios constantemente para inhalar su droga con insistencia y dibujaba en su boquilla un mensaje de carmín. Cerraba los ojos y expulsaba el humo que intentaba retener en sus pulmones momentos antes, seguidamente suspiraba, agachó la cabeza hasta posar su frente en la brillante y fría baranda, juraría que rogaba al cielo, que pedía algo de piedad, un descanso para su cuerpo cansado y sus manos secas. Se puso erguida mientras estiraba los brazos, una última y profunda calada para que el alquitrán recorriera su cuerpo y lanzó la colilla hacia el vacío. Y ahí acabó la escena, un fondo negro y una chispa roja que caía y se apagaba al mismo tiempo.

viernes, 14 de agosto de 2015

No son solo besos

He besado y me han besado, pero juro solemnemente que jamás así, un beso lento, suave, con chispas de boca a boca, ojalá que los cuentos explicaran esta sensación para que todo el mundo pudiera saborearla, esos besos no se olvidan, y espero tener el privilegio de poder dar muchos mas así porque ese roce era intergaláctico, me llevó por los anillos de Júpiter, paseamos la cima del everest, y de veras que allí me hizo sudar, sentí sus dientes clavados en mi piel y no negaré que fue un excitante dolor. Me han besado y he besado pero nunca había sentido tiburones en las entrañas, exhibí mis palpitaciones en el cuello y mis nervios brotaron por los poros, no me preocupaba mientras tuviera el placer de sentir tus labios un rato mas. No recuerdo un hedoné que se clavara tan profundo, que saboree hasta la última de tus papilas y que gusto... Tenía los ojos cerrados y aun así pude ver en lo mas profundo de ti, era un interior inverosímil, inexplicable a quien no lo haya visto. Todavía días después aun me impregnaba tu aroma, por el cuello y la cintura; los brazos y la nuca recordaban ese perfume como si de segundos se tratase, como si quisieran disfrutarlo unos días mas...