sábado, 24 de octubre de 2015

Entrepieles

Y a fin de cuentas,
Tus ojos procedían
De recónditas fantasías
Creadas en la perturbada mente
De algún dios perdido.

Aquel que jamás encontró el olimpo.

Aquel,
Que te dedicó su tiempo restante,
En el que recorría los laberintos
De tu figura.
Desde la rodilla,
Y siempre en ascendente,
Hacia su inexorable
Y cercana muerte.
La que refugiaban tus piernas.

Aquel,
Que contemplaba las estrellas.
Desde el suelo,
Hasta tu cielo.

Tratando:
De despertar
Todos y cada uno tus poros,
De erizar una última vez,
En ese infinito que resultó la noche,
Tu excitante y áspera piel.

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